dijous, 6 d’abril del 2017

Una cancha estrecha con muchas ventanas



   "Un grupo de chicos juega a la pelota en la cortada: uno la patea buscando el arco que han armado precariamente. La pelota se desvía y rompe un vidrio. Yo la pasé de costado, dice uno, y rebotó en vos. Bueno, pero el colorado no la atajó. Se acusan unos a otros, buscan el culpable, todos se individualizan, se "separan" del grupo como tal y también se diferencian de cada uno de los integrantes en particular. Es el mecanismo íntimo de lo social, los chicos lo aprenden rápido. Los culpables son individuales, las responsabilidades colectivas se diluyen, nadie piensa que se han organizado para jugar en una cancha estrecha con muchas ventanas posibles para la pelota. Un modo de ver el mundo astillado y que se aprende en la infancia".

(Los diarios de Emilio Renzi)
-Ricardo Piglia- 

dilluns, 20 de març del 2017

"La interrogación filosófica, con su insolencia y su potencia crítica, abre sus frentes allí donde no se la espera" -Marina Garcés-



Marina Garcés, filósofa y ensayista
Marina Garcés (Barcelona, 1973), filósofa, docente de la Universidad de Zaragoza y ensayista, charla con Pliego Suelto acerca de su nuevo libro Fuera de clase (Galaxia Gutenberg, 2016). Además, nos habla de los conceptos de “filosofía de guerrilla” y de “mancomunar, de Espai en Blanc (proyecto colectivo de pensamiento crítico y experimental) y de la necesidad de incorporar la filosofía al sistema escolar de España. Marina Garcés es también autora de Filosofía inacabada (Galaxia Gutenberg, 2015), Un mundo común (2013) y En las prisiones de lo posible (2002), ambas en Editorial Bellaterra.

Fuera de clase compila los textos que escribiste para el Diari Ara. Teniendo en cuenta que todos ellos pueden consultarse on line, ¿qué te lleva a reunirlos en un libro?
Estos textos han tenido, y siguen teniendo, lecturas distintas según cómo son recibidos: durante dos años, columna a columna, en el periódico en papel o en la subscripción digital; de forma salteada en el archivo digital del periódico y a través de las redes sociales, independientemente de su momento de publicación; y finalmente reunidos en un libro.
Galaxia Gutenberg, 2016
Esta tercera lectura da otro cuerpo a la escritura en su conjunto. No es una simple colección, hay un tejido tanto en las ideas como en el modo de aproximarme a ellas que a través del libro se hace palpable.
¿Cómo te ha afectado disponer de una extensión tan breve para escribir?
Era uno de los retos. De hecho, fui yo quien pidió la columna más pequeña de la página. Quería tener la ocasión, forzada por el espacio, de tener que ir a lo esencial. Sin añadidos, sin ornamentos, sin argumentos de más: ideas en limpio y que llegaran a ese punto en que hacen ¡clinc!
Me lo he imaginado como una labor de miniaturista medieval: en cadaFuera de clase he intentado recoger un mundo en forma de pistas a desarrollar.
Algunas publicaciones del proyecto colectivo Espai en Blanccomparten el subtítulo “materiales para la subversión de la vida”. ¿Qué tipo de materiales podemos encontrar en Fuera de clase?
En este caso, el subtítulo del libro ha añadido la expresión “textos de filosofía de guerrilla”. He querido mostrar que la filosofía no depende de un campo acotado, ya sea académico, histórico, identitario, etc., sino que la interrogación filosófica, con su insolencia y su potencia crítica, abre sus frentes allí donde no se la espera.
Espai en Blanc, nº 7-8
Este uso de la filosofía es, para mí, lo que le da un sentido igualitario y a la vez imprevisible y la recupera como una potencia de transformación de la vida.
Liberar palabras de los códigos que las colonizan y las convierten en jaulas es una apuesta muy antigua (empiezo con una referencia a un texto taoísta de hace más de veinte siglos) y a la vez tremendamente urgente.
Utilizas metáforas y otros recursos asociados a disciplinas como la literatura y la poesía. Incluso añades versos de RimbaudSalvador Espriu o Wislava Szymborska para pensar sobre cuestiones políticas. ¿ Crees que la acción filosófica se crea entre disciplinas?
La filosofía no es una disciplina, sino una actitud que se define por un modo de interrogación y por una relación con el concepto como herramienta para adentrarse en ella. Pero no tiene un objeto específico ni un campo de estudio propio.
Por eso, la filosofía es un lenguaje privilegiado desde el cual se puede mostrar la artificialidad de las fronteras disciplinares. Lo que tenemos son distintos lenguajes y registros que, sin confundirse, abrazan todos ellos una misma aspiración: elaborar el sentido y el valor de la experiencia humana, desde la más íntima a la más universal.
Y hasta aquí, 2009
Apelas  con frecuencia a la educación y al amor. ¿Hemos obviado que la educación es una cuestión de todos como lo es el cuidado de los afectos?
La educación ha sufrido un proceso de sectorialización que la ha convertido en el problema de un conjunto de especialistas: maestros, pedagogos y legisladores. Con esto se encierra el problema educativo en el buen o mal funcionamiento de unas determinadas instituciones (escuela, universidad, etc.) y se desconecta de los ámbitos y esferas de la vida en que nuestros aprendizajes toman sentido.
Esto nos hace clientes y dependientes del sistema educativo, en vez de hacernos protagonistas de nuestra educación en común. Como decía Ivan Illich, la educación tiene que ser una actividad “para todos por parte de todos”.
Propones el concepto “mancomunar” para evitar imaginar la vida en común bajo figuras de unidad como pueblo, comunidad o nación. Este verbo activo que no presupone nada, excepto la voluntad de compartir, ¿es el único lugar para la vida en cooperación?
No creo en palabras únicas, ni siquiera en esta. Los infinitivos de la vida en común son tantos como podamos imaginar: convivir, consentir, abrazar, decidir, desafiar, alimentar, amar, generar, etc.
Mancomunar las vidas es una forma de decir que la vida en común no es ni fusión ni contrato, ni pura unión ni mera negociación.
Ivan Illich, 1971
Nos invitas a “Encontrar, todavía, las palabras”. ¿Debemos encarnar nuestros discursos para encontrarlas y que tomen cuerpo? Si fuera así, ¿cómo podemos hacerlo?
De entrada, aprendiendo a tratar bien las palabras. No se puede decir cualquier cosa sin que eso tenga consecuencias. La manera como maltratamos el lenguaje es parte importante de cómo nos maltratamos unos a otros. Las violencias de nuestro tiempo empiezan ahí.
Hay que prestar atención, no sólo repetir y vomitar, sino escuchar lo que decimos con el cuerpo propio y con el cuerpo colectivo. ¿Qué bien y qué mal causan las palabras que nos dirigimos? En esta pregunta se abre un campo concreto para la ética, la estética, la política que empieza en los labios de cada uno.
En uno de los textos reflexionas sobre la página en blanco y escribes que “el blanco, hoy, se conquista abriendo grietas”, forzando el problema hasta llegar a la pregunta “Y yo ¿qué querría?”. ¿Cómo abrir esas grietas en nuestra vida cotidiana?
Hay muchas preguntas que no nos hacemos, la que recoges y muchas más. ¿Me importa realmente lo que hago? ¿Me creo mis propias opiniones? ¿Por qué pienso así? ¿Por qué a todo le llamamos hoy populismo? O ¿por qué repetimos lo que sabemos que no funciona y nos hace daño? Preguntas simples que parecen abrir abismos, pero que sencillamente abren los caminos por los que podemos dar los primeros pasos para ir más allá de lo que hay y agrietar la apariencia de que sólo puede ser así. Sabemos que no es verdad, pero no nos atrevemos a aceptarla y asumir las consecuencias de que no lo sea.
Marina Garcés, 2013
Tal y como dices, la filosofía no tiene un lugar propio, sino que puede aparecer allí, donde alguien ha dejado una cosa sobre la que pensar y otro la retoma. ¿Qué herramientas tenemos para hacer de la filosofía una práctica para todos?
Hay medidas que tienen que ser defendidas y articuladas colectivamente, por ejemplo introducir la filosofía como práctica y no como historia desde los primeros años de la escolarización.
Ya hay muchos proyectos y experimentos en esa dirección y, en general, son una maravilla. Los niños viven con total naturalidad la práctica de mirar las cosas bajo otra luz, de cambiar y jugar con el sentido de las palabras y de abrirlas y utilizarlas sin miedo. Si eso se consolida en vez de cerrarlo como posibilidad, la filosofía será una práctica de vida y no una colección de rarezas del pasado.
El libro acaba con el texto “El último por ahora”. ¿Cuál es el próximo paso?
Cerré la serie Fuera de clase porque ya había hecho con ella el recorrido que sentía necesario. La escritura semanal, aunque sea tan breve, o precisamente por la dificultad de la brevedad, es un ejercicio muy duro. Necesitaba tiempo para hundirme en proyectos de más largo alcance, de estudio no inmediatamente productivo y de reflexión más íntima. Ahora estoy trabajando en dos posibles libros a la vez, que conjugan escrituras muy distintas y con las que estoy experimentando sin prisa.
Al mismo tiempo, no dejo los frentes de intervención pública, donde el encuentro con otros agita el pensamiento y la vida: las aulas, dentro y fuera de la universidad, los foros críticos y la experimentación con los compañeros de Espai en Blanc.
Y la novedad más reciente es que he vuelto al Ara Diumenge, esta vez con una serie más lenta, un domingo al mes: Brújulas, una serie de artículos con los que me propongo establecer relaciones de sentido entre los fragmentos cada vez más estallados de nuestra experiencia del mundo.

divendres, 3 de març del 2017

Aquest encreuament de possibles que en diem adolescència



  No pretenc tenir raó, perquè això és força cansat i més quan les forçes són tan desiguals. No tinc el més petit dubte que la biblioteca del Sr. Ubach, com a màxim responsable de la Unió Sindical d'Andorra, i fins i tot m'atreviria a dir que la dels màxims responsables del Grup Montmantell, empresa de transport modèlica en aquest país, estan farçides de llibres relacionats amb el mòn de l'educació, i més concretament, d'aquells que pretenen obrir diferents perspectives envers aquest encreuament de possibles que, per la necessitat endèmica de simplicar, en diem adolescència. Pel que fa al meu bagatge, ben poca cosa a dir: poc més que una tossuderia antiga en focalitzar un xic l'esperança en l'educació; dos fills, una feina que m'ha permes durant uns quants anys el plaer de relacionar-me diariament amb nois i nois de totes les edats, més de deu anys col.laborant amb l'Associació de Pares i Mares de l'Escola Andorrana,  i la ferma convicció de que sovint, al darrera de la paraula "autoritat"  s’hi amaga la por de perdre allò que potser no ens mereixem, els interessos personals i la rabiosa ignorància.

Com a molt, Sr. Ubach, m'atreviria a matitzar algunes de les seves reflexions:

- Aquesta decisió de "no treure a la llum pública per respecte als docents" les seves fonts l'honora, tot i que potser seria adient fer extensiva la seva cura i sensibilitat pensant també amb els alumnes i amb les seves famílies.
- Crec que la seva definició d’ "escoles estàndar" pot anar en camí de convertir-se en punt d'inflexió pel que fa a la futura orientació dels sistemes educatius. Si m'ho permet, jo de vosté patentaria el concepte.
- Potser caldria anar pensant en una bona ubicació per aquest centre al que vosté fa referència, destinat a tots els "infants medicalitzats per problemes psicològics", no sigui que les lògiques molèsties que comportaria acabin fent que la questió derivi en una nova versió de l'heliport nacional.

  Tanmateix, aquests dies he fet unes quantes consultes a companys de feina, botiguers, aduaners i monitors d'esquí i tots coincideixen en que l'increment "d'infants medicalizats per problemes psicològics" és proporcional el decrement d'honestedat, imaginació, intel.ligència i voluntat de les persones més ben situades, es a dir, les que més podrien fer per millorar aquest context social que, més enllà de sous i seguretat, patim.

  Son tantes les meves limitacions, Sr. Ubach, que li confesso que no tinc una solució per paliar aquest perill latent que, segons vosté i alguns dels seus afiliats, batega a les aules de segona ensenyança. Com a molt m'atreveria a confessar la meva ferma decisió de no associar la paraula "delinqüència" al context que hauria de ser més ençisador, més carregat de futur, més  entusiasta de tots els que configuren el nostre dia a dia: l'aprenentatge i un dels seus espais més adients: l'Escola. 

  Per acabar aquest breu reguitzell de dubtes, Sr. Ubach, vull que dir-li que sento un gran respecte i admiració vers tots aquells docents que estimem la seva professió, que saben mirar atentament als seus alumnes més enllà de les etiquetes, que parlen de reptes i no de problemes i que a l’obrir la porta de l'aula fan entrar amb ells no els coneixements, sino la passió per conèixer. 

dimecres, 15 de febrer del 2017

Por un sindicato público de la función




  El dios que ustedes prefieran me libre, metidos como estamos en los primeros horrores de este nuevo siglo que tan poco espacio va dejando para las esperanzas, de cuestionar la función de los sindicatos. Organizaciones cuyo principal objetivo fue, y debería seguir siendo, defender a los muchos con poco de los pocos con todo. Ahora bien, más allá de esta declaración de respeto por la labor de dichas organizaciones, y a raíz  del análisis profundo, de la brillante aportación que se desprende de las últimas declaraciones de los máximos responsables del Sindicato de la Función Pública de Andorra, me da por preguntarme -esperando que no vean apenas maldad en ello- lo siguiente:

- ¿Quién luchará por los intereses de los alumnos ante aquellos que no saben ni consiguen despertarles ningún interés?
-  ¿Quién nos defenderá de toda esa gente que aun confunde la educación con las gasolineras? Es decir, de todos aquellos que esperan llenar, con su manguera de conocimientos, los depósitos vacíos de sus alumnos, pareciéndoles inaudito que, a pesar de su impecable gestión, algunos no consigan arrancar.
- ¿Quién dará voz a las familias ante un capitalismo salvaje que define e impone su muy peculiar concepto de la felicidad?
- ¿Quien nos salvará a todos nosotros, ignorantes fumadores tristemente pasivos, de la maldad intrínseca de las cajetillas de tabaco; esas que, en un prodigio de cinismo, nos trasladan su culpa y nos cobran por ello (metáfora precisa de esos poderes nocivos que nos quieren idiotas y a la vez nos culpan por nuestra idiotez).
- ¿A qué organización nos podremos afiliar para alzar nuestra voces contra esos oncólogos que afirman, una y otra vez, ser ellos los que padecen el tumor que aflige a sus pacientes?
- ¿Quién nos resarcirá de las "derrotas" que nos infligen esos excelentes jugadores de fútbol, víctimas -según ellos- de la maldad intrínseca de una pelota que, a pesar de su habilidad sin límite, se niega a entrar?
- ¿Quién convocará la manifestación que exija el reconocimiento -nunca suficiente- de los profesores que lo son? Esos que en cada alumno ven un reto, una esperanza; esos que más allá de los cambios y de las dificultades, de las presiones y de los proyectos, son capaces de "erotizar" las aulas, desprendiendo y provocando pasión por el saber.

  Cuerpos de seguridad, colaboradores y profesores, cogidos con fuerza de las manos reclamando, ante la peligrosa deriva de violencia y malos tratos, un mismo marco legal que los proteja con la rapidez y eficacia que la situación requiere. Y yo que me pregunto, porqué no ampliar un poco este marco legal y hacerlo extensivo a los conductores de autobuses, a los empleados de las panaderías, a los profesores de esquí y al personal que vende palomitas en los cines de la Illa Carlemany. Sigan, sigan ustedes; desde esta humilde esquina que acoge mi ignorancia les animo a seguir en esta línea: arcos detectores de metal, clases de defensa personal, chalecos antibalas, perros olfateadores de sustancias peligrosas, policías en las aulas, cualquier medida es poca si de lo que se trata es de enfatizar los síntomas, de señalar lo que sucede, eso si, sin entrar en la molesta y absurda tarea de reflexionar, de debatir con inteligencia, ilusión y coraje sobre la educación y la figura del educador. Tal vez cualquier cosa sirva si de lo que se trata es de no preguntarse si en realidad nos apasiona lo que hacemos.



divendres, 10 de febrer del 2017

El círculo del aprendizaje truncado


  
  Una hermosa, lúcida y sincera reflexión sobre los diferentes aspectos que inciden en lo que se ha venido en llamar "fracaso escolar". Eso es lo que vierte Daniel Pennac en su libro "Mal de escuela" (Editorial Debolsillo). 
  Él, que según nos cuenta fue un "hijo precario"; un "zoquete sin fundamento histórico, sin razón sociológica, sin desamor: un zoquete en sí. Un zoquete arquetipo. Una unidad de medida";  uno más de esos chicos que "…se persuaden muy pronto de que las cosas son así, y si no encuentran a nadie que les desengañe, como no pueden vivir sin pasión, desarrollan, a falta de algo mejor, la pasión del fracaso". Un alumno más a engrosar ese saco desconcertante del descalabro educativo. Un zoquete consolidado, atrapado en su propio "limbo cero", esa "fortaleza de la que cree que nadie podrá desalojarle";  desplazando la cuestión al terreno de las relaciones personales y sus correspondientes susceptibilidades con sus: "Nunca lo conseguiré", "Soy demasiado tonto", "El profe no puede  ni verme", "Le odio", "Me comen el tarro". Algo que también suele hacer el profesor, "…convencido de que el alumno lo hace adrede. Pues lo que impide al profesor considerar la respuesta absurda un efecto devastador del pensamiento mágico es, muy a menudo, la sensación de que el alumno le está tomando el pelo a conciencia. Entonces el maestro se encierra en su "lo" particular. Con este no "lo" conseguiré nunca". Con ello, el círculo del aprendizaje truncado queda cerrado. Los restos de ese descalabro servirán para alimentar las estadísticas, las justificaciones y los escepticismos apocalípticos.

  Pues bien, mi intención es volver e insistir, en este rincón del dudar educativo, sobre la figura de Daniel Pennac y sus planteamientos acerca de la pedagogía y las disfunciones de la institución escolar; sobre su forma de rebatir ese etiquetaje    pensado para señalar "los buenos y  los malos" alumnos;  sobre sus propuestas relacionadas con lo que debe saber -y sentir- un profesor, más allá de lo que sabe. Una perspectiva, la de este pedagogo y escritor, que sin duda nace del amor a la enseñanza.

dilluns, 6 de febrer del 2017

Inquietud - inquietante = feliz Navidad



 La expulsión de un alumno es como el ingreso en prisión preventiva de un posible delincuente, pero al revés. Si a uno se le prohíbe salir de un recinto, al otro se le prohíbe entrar en otro, coincidiendo ambos en que la medida ha de servir para proteger a unos colectivos (sociedad, escuela) de los peligros que, de una forma casi natural e inherente, suponen estos individuos. Hasta aquí la cosa parece sencilla. El edulcorante, el matiz que nos ha de permitir el necesario descanso social, radica en la posibilidad de rehabilitación que dichas medidas propician, siempre y cuando el infractor acceda a ser otro, es decir, opte por ser alguien completamente distinto del que venía siendo. 

Una fórmula matemáticamente impecable: 

inquietud - inquietante = feliz navidad.


  Ahora bien, el molesto escozor de la duda, el prurito en la espalda del paisaje educativo, nos lo debería provocar una pregunta que tal vez ensombrece un poco el consenso: en realidad, ¿a quién estamos expulsando? -o dicho de otra manera- ¿quién, o qué, lleva en su mochila el alumno expulsado?